Origen etimologico de Gaia
La
Teogonía de
Hesíodo cuenta (116 y sig.) cómo, tras el
Caos, surgió Gea, la de anchos pechos, la eterna fundación de los
dioses del Olimpo. De su propio ser, «sin dulce unión de amor», trajo a
Urano, el cielo estrellado, su igual, para cubrirla a ella y a las colinas, y también a
Ponto, la infructuosa profundidad del mar. Pero tras esto, cuenta Hesíodo, yació con Urano y engendró a los
Titanes Océano,
Ceo,
Crío,
Hiperión y
Jápeto, y a las
Titánides Tea,
Rea,
Temis,
Mnemósine,
Febe la de la dorada corona y la hermosa
Tetis. «Tras ellos nació
Crono el astuto, el más joven y terrible de sus hijos, y éste odió a su lujurioso padre.»
Hesíodo menciona que Gea concibió más descendencia con Urano. Primero los
Cíclopes gigantes de un solo ojo, constructores de murallas, a los que posteriormente se le dieron nombres:
Brontes (‘el que truena’),
Estéropes (‘el que da el rayo’) y
Arges (‘el que brilla’): «Había fuerza, poder y destreza en sus obras.» Luego añade los tres terribles hijos de cien manos de la Tierra y el Cielo, los
Hecatónquiros,
Coto,
Briareo y
Giges, cada uno con cincuenta cabezas.
Urano se avergonzó de los deformes cíclopes y hecatónquiros, y decidió encerrarlos en el
Tártaro, el mundo de las profundidades y la oscuridad, donde no pudieran ver la luz, y se regocijó de su maldad. Gea sin embargo los amaba, así que incitó a los titanes a que se rebelaran contra su padre. Urano terminó por encerrarlos también en el Tártaro. Gea acudió a ayudarles con las
titánides. Pero apenas liberados, los cíclopes atacaron a los titanes y los hecatónquiros a las titánides, celosos de su belleza.
Gea se vio entonces obligada a encerrar por su cuenta y para siempre a cíclopes y hecatónquiros. Gea pidió ayuda a sus hijos, titanes, para vengarse de Urano, pero sólo
Crono estuvo dispuesto a cumplir con su obligación. Crono encontró a Urano confiado en brazos de
Nix, con la que había engendrado a
Tánatos e
Hipnos, y le castró con una
hoz de
pedernal que le había dado Gea, arrojando los testículos tras él. Al salpicar la sangre de éstos en la Tierra, surgieron los
Gigantes con armadura (más tarde destruidos por los dioses con la ayuda de
Heracles), las
Erinias y las
Melias (
ninfas de los
fresnos). Crono arrojó al mar la hoz (que dio origen a la isla de
Corfú) y los testículos de Urano, donde produjeron una espuma de la que nació
Afrodita. Crono encerró entonces a Urano en el Tártaro junto con los cíclopes y hecatónquiros, a quienes también temía.
Tal como Urano había sido depuesto por su hijo, Crono, así él mismo estaba destinado a ser derrocado por el suyo. Para evitarlo, se tragó a sus hijos tan pronto como éstos nacían. Gea le dio a la esposa de Crono,
Rea, la idea que salvaría a su último hijo,
Zeus: dar a Crono una piedra envuelta en pañales que pareciese un bebé. Entonces Gea crió a Zeus (según algunas versiones de la historia), quien eventualmente rescataría a sus hermanos y hermanas, tragados por Crono, y también liberaría a los Cíclopes, Hecatónquiros y Gigantes del Tártaro. Juntos, Zeus y sus aliados
derrocarían a Crono.
Tras la castración de Urano, Gea parió a
Equidna y (según algunos) a
Tifón, engendrados por
Tártaro. De
Ponto, Gea tuvo a
Nereo,
Taumante,
Forcis y
Euribia.
Cuando
Apolo mató a
Pitón, hijo de Gea, ésta le castigó enviándole con el rey
Admeto como pastor durante nueve años.
Zeus escondía a una amante,
Elara, de Hera ocultándola bajo la tierra. El hijo que tuvo de ésta, el gigante
Ticio, es por tanto considerado a veces hijo de Gea, la diosa de la tierra, y de Elara.
Gea también hizo inmortal a
Aristeo.
Se cree por algunas fuentes (Joseph Fontenrose 1959 y otros) que Gea fue la deidad original tras el
Oráculo de Delfos. Traspasó sus poderes a, según la versión,
Poseidón,
Apolo o
Temis. Apolo es el mejor conocido como poder tras el oráculo, muy reconocido ya en tiempos de Homero, tras haber matado al hijo de Gea
Pitón en ese lugar y usurpado su poder
ctónico. Hera castigó a Apolo por esto enviándole al rey
Admeto como pastor durante nueve años.
Los juramentos prestados en nombre de Gea, en la antigua Grecia, estaban considerados entre los más sagrados.
En el arte clásico Gea era representada de dos formas. En las vasijas pintadas atenienses se la mostraba como una mujer entrada en años medio levantada del suelo, a menudo dando al bebé Erictonio (un futuro rey de Atenas) a Atenea para que ésta lo criase. Más tarde, en los mosaicos aparece como una mujer reclinada sobre la tierra rodeada por un grupo de Karpoi, dioses infrantes de los frutos de la tierra.
Interpretaciones
Etimológicamente, Gaia es una palabra compuesta por dos elementos. *Ge, que significa ‘
Tierra’, se encuentra en muchos
neologismos, como
Geografía (Ge/graphos, escribir sobre la Tierra) y
Geología (Ge/logos, palabras sobre la Tierra). *Ge es una palabra sustrato
pregriega que algunos relacionan con la
sumeria Ki, que también significa ‘Tierra’. *Aia es un derivado de una raíz indoeuropea que significa ‘abuela’. Por tanto, la etimología completa de Gaia parecería haber sido ‘abuela Tierra’.
[1]Algunas fuentes, como los antropólogos
James Mellaart,
Marijas Gimbutas y
Barbara Walker, afirman que Gea como la Madre Tierra es una evolución de la
Gran Madre del preindoeuropeo, una diosa de la vida y la muerte generosa pero pavorosa, que había sido venerada ya desde el
Neolítico Oriente Próximo, Anatolia y la zona de influencia de la cultura
egea, pero también más allá de
Malta y las tierras
etruscas. Esta teoría levanta controversia en la comunidad académica. La creencia en una Madre Tierra nutricia es a menudo una característica del moderno culto
neopagano a la «Diosa», que suele ser vinculado por los practicantes de esta religión con la teoría de la diosa neolítica.
La separación que Hesíodo hizo de Rea y Gea no fue seguida rigurosamente, ni siquiera por los propios mitógrafos griegos. Mitógrafos modernos como
Károly Kerényi o Carl A. P. Ruck y Danny Staples, así como una generación anterior influenciada por
La rama dorada de
James Frazer, interpretan que las diosas
Deméter la «madre»,
Perséfone la «hija» y
Hécate la «vieja», como las entendían los griegos, eran tres aspectos de una
Gran Diosa anterior, que podría ser identificada con
Rea o con la propia Gea. Estas diosas tripartitas son también una parte de la
mitología celta y pueden proceder de los
protoindoeuropeos. En Anatolia (la actual
Turquía) Rea era conocida como
Cibeles, una diosa derivada de la
Kubaba mesopotámica, la
Kebat hurrita o
Kepa. Los griegos nunca olvidaron que el antiguo hogar de la Madre Montaña era
Creta, donde una figura en parte identificada con Gea había sido venerada como Potnia Theron (Πωτνια Θερων), la «Señora de los Animales», o simplemente
Potnia, la ‘Señora’, un apelativo que podría ser aplicado en textos griegos anteriores a
Deméter,
Artemisa o
Atenea.
La llegada de los dioses del
Olimpo con los inmigrantes al
Egeo durante el
II milenio adC, y la en ocasiones violenta lucha por suplantar a Gea, imbuye a la
mitología griega de su característica tensión. Ecos de la fuerza de Gea persisten en la mitología de la Grecia clásica, donde sus papeles están divididos entre
Hera, consorte de
Zeus, Deméter, Artemisa, gemela y esposa de
Apolo, y Atenea.
En Roma la diosa
frigia importada
Cibeles fue venerada como
Magna Mater, la ‘Gran Madre’, o como
Mater Nostri, ‘Nuestra Madre’, e identificada con
Ceres, la diosa
romana de la agricultura que era aproximadamente equivalente a la
griega Deméter, pero con diferentes aspectos y adorada con diferentes cultos. Su culto fue llevado a Roma tras un
augurio de la
Sibila de Cumas sobre que
Aníbal el
cartaginés no sería derrotado hasta que dicho culto llegase a Roma. Como resultado fue una
divinidad favorita de los
legionarios romanos y su culto se extendió desde los campamentos y colonias militares romanas.
En otras culturas
La idea de que la propia tierra fértil era femenina y nutría a la humanidad no estuvo limitada al mundo grecorromano. Estas tradiciones se vieron influidas en gran medida por culturas anteriores de la zona central del
antiguo Oriente Medio. En la
mitología sumeria,
Tiamat influyó en las nociones bíblicas del abismo del
Génesis. El título «madre de la vida» fue concedido más tarde a la diosa
acadia Kubaba, y por tanto a la
hurrita Hepa, que evolucionaría a la hebrea
Eva (Heva) y a la frigia
Cibeles (Kubala). En la
mitología nórdica la Gran Madre, la misma madre de
Thor, era conocida como
Jord, Hlódyn o Fjörgyn.
Nanna, otra
Diosa Madre, era la madre del agonizante dios
Baldur. Los
celtas irlandeses adoraron a
Danu, mientras los celtas galeses adoraron a
Dôn. Dana jugó un papel importante en la mitología hindú y las pistas de sus nombres presentes en toda Europa, como el
río Don, el
Danubio, el
Dniéster y el
Dniéper, sugieren que provienen de una antigua diosa protoindoeuropea.
[2] En la
mitología lituana Gea -
Žemė es hija del Sol y la Luna, y también esposa de
Dangus (
Varuna). En las culturas del
Pacífico, la Madre Tierra era conocida bajo tantos nombres y con tantos atributos como las culturas que la reverenciaban. Por ejemplo, el mito de la creación de los
maoríes incluye a Papatuanuku, compañera de Ranginui, el
Padre Cielo. En Sudamérica (Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y noreste de Argentina) perdura el culto a la
Pachamama (de pacha, ‘tiempo’ o ‘época’, y mama, ‘madre’, en
quechua). Los aztecas conocían a la diosa tierra como
Coatlicue (‘la de la falda de serpientes’ en
náhuatl), mientras las antiguas culturas mexicanas se referían a ella como
Tonantzin Tlalli, que significa ‘Reverenda Madre Tierra’. En las religiones indias, la Madre de toda la creación es llamada
Gayatri, forma sorprendentemente parecida a Gea.
Carl Gustav Jung sugirió que la madre
arquetípica era una parte del
inconsciente colectivo de todos los humanos y varios estudiantes jungianos, como
Erich Neumann y
Ernest Whitmont, han argumentado que dicho arquetipo apuntala muchas
mitologías y precede a la imagen del padre en dichos sistemas religiosos. Tales especulaciones ayudan a explicar la universalidad de esta imaginería de diosa madre.
En el neopaganismo
Muchos
neopaganos modernos, particularmente las
sectas neopaganas
estadounidenses, adoran activamente a Gea. Las creencias sobre ella varían desde la común wicana de que Gea es la Tierra (o en algunos casos la manifestación espiritual de la tierra, o la diosa de la Tierra) hasta la más amplia creencia neopagana de que es la diosa de toda la creación, una Madre Tierra de la que surgieron todos los demás dioses. A veces se cree que personifica los planetas y la tierra, o incluso todo el universo. Su adoración es muy variada, yendo desde la postración hasta el ritual druídico.
A diferencia de Zeus, un errante dios
nómada del cielo abierto, Gea se manifestaba en lugares cerrados: la casa, el patio, la matriz, la cueva. Sus animales sagrados son la serpiente, el toro lunar, el cerdo, y las abejas. En su mano la amapola adormidera se puede convertir en una
granada.
Algunos de sus adoradores intentan acercarse a la Madre Tierra volviéndose indiferentes hacia las posesiones materiales y más en sintonía con la naturaleza. Otros reconocen a Gea como una gran diosa y practican rituales normalmente asociados con otras formas de adoración. Muchas sectas adoran a Gea más incluso que a
Temis,
Artemisa y
Hera. Algunas formas comunes de adoración incluyen la postración (intentando alcanzar una mayor conexión con la tierra), prácticas chamanísticas, el diezmo, alabanzas y oraciones, la creación de inspiradas obras de arte a ella dedicadas, quema de aceites e incienso, el cultivo de plantas y jardines, la creación y mantenimiento de «arboledas sagradas», y la quema de pan y derramamiento de bebida como ofrenda.
En la teoría ecológica moderna
Artículo principal:
Hipótesis GaiaEste nombre mitológico fue rescatado en
1979 por
James Lovelock para su
hipótesis Gaia. La hipótesis propone que los organismos vivos y las materias inorgánicas forman parte de un sistema dinámico que da forma a la
biosfera de la Tierra. La propia Tierra se considera un organismo con funciones autorregulatorias.